Si tienes sueños, no permitas que otros frenen el ímpetu de alcanzarlos. Ponlos en manos de Dios, que El enderezará los caminos, y si en su planes están los tuyos te respaldará, pues su voluntad es agradable y perfecta.
Pero, por nada abandones tu esperanza, tu fe, los impulsos de llegar lejos. Porque hay personas expertas en apocar tu felicidad y desanimar a los débiles cuando ellos han fracasado y no se han levantado viviendo con raíces de amargura.
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