Tu promesa es mi consuelo cuando sufro; tu palabra me devuelve la vida.
Salmos 119:50
Cuando nos sentimos tristes, angustiados y turbados, la palabra de Dios se convierte en el mejor regalo de vida; es agua para la sed, sombra en medio del sol inmisericorde, palabras dulces para el desconsolado. Dios es infinitamente bueno.
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